me hago ovillo
abajo de la ducha.
quiero que llueva
caliente: lavarme entera
hasta quedar hecha
una minúscula pasa de uva.
que llueva caliente:
el vapor sobre el asfalto
hundiendo una a una
cada vértebra,
el barro tibio entre los pies,
y unos finos hilos de agua
enhebrándome la piel.
no hay más nudos
ni piedras ni ortigas.
solo una especie de musgo,
de escamas, de sabor a tierra
húmeda, despierta alrededor
mi sentido enquistado.
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