El miedo es
siempre el mismo; hay palpitos
pulpitos de alabanzas
estremeciendo la carne
de gallina
una diatriba cabalgando sobre hombros
de gigantes, sin más riendas
que el cuerpo al galope
una pura ilusión
versátil, mi escarabajo,
en el pecho, frunce
la boca de todos los dioses
es lo que tenemos,
vizcacha de piel helada:
milhojas de invenciones
en cada ojo sangrado.
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