Y ojalá pueda obligarme a ser un cazador de lo bello y que nunca se me escape nada | Thoreau
miércoles, 2 de diciembre de 2015
martes, 24 de noviembre de 2015
miércoles, 4 de noviembre de 2015
miércoles, 28 de octubre de 2015
jueves, 15 de octubre de 2015
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jueves, 20 de agosto de 2015
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jueves, 16 de julio de 2015
sábado, 11 de julio de 2015
lunes, 29 de junio de 2015
lunes, 8 de junio de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
miércoles, 22 de abril de 2015
lunes, 23 de marzo de 2015
miércoles, 18 de marzo de 2015
domingo, 15 de marzo de 2015
Lobo está
Quiero que despierten. Quiero despertarlos y
decirles que papá no va a venir. Que papá no va a traer ningún salvavidas color
anaranjado. Que papá no existe. Que papá es una bella palabra y un lindo
invento que hasta a veces viene vestido de blanco pero que la palabra pero que
los inventos no son reales.
- ¿Que no son reales?
- Que son un deseo
- ¿Que son un deseo?
- Que son una tela que tapa los ojos
- Juguemos al gallito ciego
Que al miedo se le soltó la cadena y anda
suelto. Que hay que agarrarlo del pescuezo y acogotarlo
- ¿Al gallito? ¿Al ciego?
- Juguemos al lobo no está
Que hay que agarrarlo de la cola. No, de los
dientes. Y es que el lobo está tan viejo que ni dientes tiene. Pero igual
muerde. Que aúlla. Y los veo, que el miedo ya los agarra y se los lleva. A mis
hermanos. Y quiero despertarme. Y quiero correr tras ellos. Quiero abrazarlos.
Pero papá no existe y el miedo está suelto y yo ando sola. Y sueño.
domingo, 22 de febrero de 2015
miércoles, 4 de febrero de 2015
sábado, 24 de enero de 2015
Filtraciones
Nunca me mudaría a una casa con techos con
humedades. Por más que los dueños se ofrecieran a arreglarlos y dejarla como
nueva, no me mudaría. Es de mal augurio. ¿Usted cree que es un caño? No
querido, con todo respeto déjeme que le diga que usted no sabe nada ni de casas
ni de caños. Despabílese: si tiene goteras crónicas que van y que vienen según
capricho, entonces tiene una de ánimos inestables en el piso de arriba; si
tiene goteras grandes y repentinas, seguro algún desastre, lágrimas de
desconsuelo. Pero peor aún, si aparecen abruptamente y desaparecen en un mismo
día, en todas las semanas y durante más de un mes. Agradezca si no vienen
acompañadas por vibraciones en los espejos y vidrios, y gritos poco modulados
que parecen de tortura, interrumpidos por ahogados silencios. Resígnese a tener
un año de perros y todo gracias al recién nacido.
Anselmo Riega, el de la inmobiliaria, me lo
reconoció el año pasado. Lo más curioso fue que me invitó a tomar un té a su
departamento y en el medio de la visita, la vecina de abajo casi tira la puerta
a timbrazos. Ni bien le abrió, la mujer le increpó que el plomero lo había
estado esperando toda la tarde para ver la pérdida de la cocina. Que antes
cuando Emilia estaba a cargo de la casa, esto no pasaba. Y no más la vecina
pronunció el nombre de la difunta esposa, a don Anselmo se le llenaron los ojos
de agua. “Una basurita”, dijo, “si me disculpan” y fue a enjuagarse la mirada.
A partir de ese día, me visita todas las tardes. A veces vamos juntos al
cementerio y damos un recorrido. Cada cual saluda a los suyos. Parece que su
vecina ha dejado de quejarse. Parece que el plomero pudo por fin identificar el
caño que filtraba y arreglarlo. Yo igual soy una convencida de que las paredes
hablan, de que las paredes se quiebran como sus propietarios. No lo digo por
Anselmo. Ojalá se le haya pasado la pena. Pero las paredes delatan. Muros de
los lamentos, querido, tenemos todos. Algunos más discretos, algunos más
elocuentes.
sábado, 3 de enero de 2015
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