Hay debajo de tu cama
un animal
sagrado.
No digo un
escarabajo,
no digo
una hormiga.
Tampoco un
toro o un elefante.
Ni siquiera
digo dragón o caballo alado.
Digo la
sangre,
digo sí el
pulso
de lo esencialmente
inquieto.
Y ojalá pueda obligarme a ser un cazador de lo bello y que nunca se me escape nada | Thoreau