martes, 22 de octubre de 2019

Reseña de Rara Avis por Santiago Llach




Ya desde el título, Rara Avis, el libro y su autora, María Aranguren, traen la figura de la extrañeza, la del arte como actividad de los inútiles o de los no del todo funcionales, la figura de la belleza como lo que no tiene función.
Dos epígrafes presentados con una simetría espacial invertida, casi como si fueran el reverso la una de la otra, casi por fuera de los literario y artístico, encabezan el libro. Son de Henry David Thoreau y de Charles Darwin, dos escritores casi o totalmente externos a la literatura, que van romántica o científicamente, como va María, en busca de la naturaleza.
María se apropia de la figura del cazador de lo bello, Thoreau, quien dice también “que nunca se me escapa nada”. Aparece ahí la idea de la actividad literaria o intelectual como la de quien fija, la de quien les da nombres a las cosas para organizarlas. En línea con ello, hay en el libro un espíritu juguetonamente taxonómico.
Darwin por otro lado dice en el epígrafe que el origen el sentido de la belleza es “una cuestión oscura”. Es muy interesante que desde la ciencia se presente el arte como misterio y va en línea con la extraña variedad de materiales que trae Rara avis.
La idea de Darwin es de alguna manera la idea opuesta a la de apresar o fijar el sentido. Ahí hay otra línea que cultiva María que es la del sinsentido, la irracionalidad, el misterio.
Rara Avis se plantea como un libro híbrido en varios aspectos. Desde el género, trae las formas de la enciclopedia, el caligrama, la fábula, la poesía, el tratado científico, el haiku y la literatura intimista.
Es un libro de una artista polifacética, que se expresa en formatos varios y a través del arte de la escritura y el del dibujo.
La atraviesan los procedimientos de las vanguardias.
Recurre al juego tipográfico, al slapstick, a la rima.
Es un patchwork, un muestrario de formatos y estilos.

Rara Avis es varias cosas a la vez ya desde su estructura, pero también en sus registros y los imaginarios que trae y organiza. Es un libro breve de casi haikus juguetones, es una historia natural fantástica, es una historia sobre alguien que escribe. Remite a varios géneros y traza una serie de precursores posibles a los que mezcla. Es una posible clasificación del mundo animal, una teoría sobre la escritura y sobre la ciencia, un collage de discursos científicos y personales, una narración fantástica y una narración realista y una meditación sobre la historia del mundo. Remite a una larga serie de libros o textos, como si contuviera la historia de sus predecesores, la historia de la literatura. La alcanzan la mitología griega, las historias naturales clásicas y modernas, los cronopios y famas de Cortázar, la clasificación de la enciclopedia analítica en el cuento/artículo El idioma analítico de John Wilkins de Borges, los cuentos de Macedonio Fernandez y Rodolfo Walsh en los que la nota al pie invade al texto, Bartleby y compañía de Enrique Vila Matas, en el que un narrador retirado hace una lista de textos sobre “escritores del no”, escritores que practican la retracción y la restricción, y Pálido fuego de Nabokov, una novela que consiste en un poema y los comentarios a ella. También por momentos parece un manual, tiene notas de autoayuda de ironía tierna, y en la variación de estilos gráficos y cortes de verso es también un muestrario de recursos poéticos, así como por momentos remite al tono de un cuento infantil.
El libro trata también sobre la organización arbitraria del saber y más solapada y tiernamente sobre la emoción animal que en el fondo preside al ser humano, y sobre la conexión (¿la arbitraria división?) entre humanos y animales. Es también muchas cosas más.
Por último, Rara Avis propone un ejercicio de lectura fragmentaria (¿hay alguno que no lo sea? ¿existe la literatura articulada?) y de lectura a los saltos. Este es el modo de leer que predomina en Internet, y María nos recuerda que es un modo de leer que antecede a Internet. Este objeto tan bello que es Rara Avis parece un remanso, un reparo, pulido con las técnicas antiguas del dibujo y la escritura, frente a la demasiada información que caracteriza a nuestra época.
Rara Avis es finalmente un ejercicio de literatura experimental. María Aranguren se inventa un género y un mundo y lo ofrece a sus lectores.

Santiago Llach

martes, 15 de octubre de 2019

Reseña de Rara Avis por Fernando Bellotini



PARA APRENDER A MIRAR


La Tierra es el reino de la locura, y la única libertad concedida al hombre es la de su infinita imaginación.


Jorge Luis Borges



RARA AVIS es un compendio de zoología fantástica ilustrado. Una taxonomía Aranguren que manifiesta un mundo propio hecho de seres que quizás sean imaginarios. Porque si María nos muestra con esa dedicación a estos especímenes es porque los trajo a la vida y el lector debe estar atento, en cualquier momento ellos pueden revelarse más allá de la interioridad de quien los ha concebido y de quien se informa. El lector debe estar atento a las líneas que los dibujan para no perderse la oportunidad de encontrarlos. Y decir: claro, si eso que vi esa noche en la que no había bebido tanto no era otra cosa que un zenba o un urquino. Y aceptar que el mundo se ha ensanchado. Porque esto es parte de lo que nos dejan los buenos libros: ensanchar los mundos para alimentar nuestras percepciones.
Entre criatura y criatura, además de los trazos y detalles de sus formas y costumbres, y poemas que los utilizan para su construcción, van las reflexiones y aconteceres de un narrador: “Los días se reducen al entrenamiento del ojo. Nadie nace sabiendo mirar. A mirar se aprende. Y todo acto de mirar… tiene algo de oración.”
Esta recomendación convocante a la lectura nos deja como a esos niños que piden que repitamos una historia o agreguemos otras. Y esas otras se van agregando y completan veintiséis raras avis en cuyas conductas a veces nos reflejamos.
El uzampo “sabe del arte de pasar desapercibido”.
Los flamellos son “incendiarios, fácilmente irritables y poco dados al trato amable”
Los txiribiri, son afectos al llanto y a los funerales.
Los ishish tienen baja tolerancia a la frustración, son fútiles e incapaces de experimentar amor.
Las sorollas son holgazanas, pendencieras, muy dadas a las exploraciones sin rumbo y parecen tener una afición desmedida para las novedades más un rechazo al vivir autómata.
Los dodos son muy conversadores, sedentarios ante todo y dados a la buena vida. Disfrutan de dar órdenes a animales que consideran de rangos inferiores.
Los balirzos son desconfiados.
Los lyrimbos tienen 999 conductas de cortejo.
Los pansaurios eran, además de megalómanos de aire comprimido, introvertidos y sensiblemente afectados por el medio ambiente.
Los chochos no discriminan entre objetos valiosos o vulgares.
Los cratilibios, como todos nosotros, tienen una sombra cargada de seres imaginarios.

En esta página, en la sección Misceláneas, se encuentra una entrevista que le hizo Mempo Giardinelli a Juan Filloy en 1987. Y en la que podemos leer: “El escritor que no tenga imaginación que se corte la mano, que no escriba. La imaginación es el 90 por ciento de una obra.”
Rara Avis desborda imaginación, quiere decir que -si Filloy tiene razón- nos encontramos frente a una obra literaria cabal.
Otra asociación que nos parece interesante es la que podemos hacer con la introducción a las Ciudades Invisibles de Ítalo Calvino, donde el italiano escribió: “Un libro (creo yo) es algo con un principio y un fin (aunque no sea una novela en sentido estricto), es un espacio donde el lector ha de entrar, dar vueltas, quizás perderse, pero encontrando en cierto momento una salida, o tal vez varias salidas, la posibilidad de dar con un camino para salir. Alguno de vosotros me dirá que esta definición puede servir para una novela con una trama, pero no para un libro como éste, que debe leerse como se leen los libros de poemas o de ensayos o, como mucho, de cuentos. Pues bien, quiero decir justamente que también un libro así, para ser un libro, debe tener una construcción, es decir, es preciso que se pueda descubrir en él una trama, un itinerario, un desenlace.”
¿Cuál es entonces la salida de Rara Avis? ¿El homenaje al reino animal? ¿El decir que no somos únicos y que sin la existencia de otras especies (de un otro) nuestra vida sería imposible? Porque quizás esos otros seres vivos con los que convivimos, además de contribuir a la subsistencia, y no me refiero a comerse una vaca, sino a fenómenos como (por ejemplo) la polinización, nos permiten, mediante la analogía, definirnos. Porque al observar al reino animal tambien le ponemos a veces palabras a nuestras conductas. María parece decir, en un tono burlón, mofándose del cientificismo: ¡cuidado!, sin ellos no somos y sin imaginación, tampoco…

lunes, 14 de octubre de 2019

Reseña De los rayos del sol como sogas por Pablo Méndez



Unos mates y esta reseña sobre #delosrayosdelsolcomosogas  



"Emprender un proyecto editorial en estos tiempos, no solo es una acto de riesgo, también es una forma de resistencia. Tanta Ceniza Editora comienza su ruedo como una discontinua brisa en el peor de los veranos o una gota en la sequedad de la realidad. Su primer apuesta es un libro que inaugura la colección “Maras en la barda” y cuyo título ya desborda en intención poética: De los rayos del sol como sogas. La selección y traducción de los poemas es obra de Janice Winkler y quien ha puesto su pluma para ilustrar las páginas de esta delicada edición es María Aranguren. Un libro que les niñes disfrutarán y en el que los grandes nos veremos envueltos como si quisiéramos arroparnos en una constelación de palabras. Hay poemas anónimos y de autoras y autores fundamentales como Christina Rossetti, Eleanor Farjeon, Robert Louis Stevenson, Emily Brontë y Emily Dickinson. En esa ensalada rusa que es la literatura, cada poema es una vertiente de música, de imágenes imperecederas, de asonancias, de climas, de paisajes, y de algo tan importante y de lo que la poesía nunca debería renegar: una jactancia absoluta por el juego con la ternura de las palabras. Recomendación 1: si tiene hijos, sobrinos o nietos no dude en subirse en una silla y pregonar cada verso con su entonación justa: les niñes quedarán imantados. Recomendación 2: advierta el capricho del libro y reúnase donde la naturaleza hace girar el mundo y léalos en voz alta, no está mal inmiscuirse en el silencioso diálogo de los árboles. Pero qué mejor que concluir con un poema que ejerce su reprimenda para que dejemos de ver la realidad tal cual es, porque La noche nunca se queda, / la noche siempre va a pasar, / aunque con un millón de estrellas / la puedas sujetar; / aunque la ates con el viento que sopla / y la abroches con la luna, / la noche se va a esfumar / como la pena o un poema". 

de Pablo Méndez @chefbucheron para @solo_tempestad